No estaba sopa. Reflexionaba sobre las hondas implicaciones cósmicas del verbo de Ibrahím Berlín. Y me preguntaba, mientras danzaba (con Morfeo) entre las nubes, con rubicundos querubes, si Ibrahím aún lleva tilde con lo nuevo de la RAE.

Y si danzar con querubes rubicundos tiene multa.

Danzar sólo.

Y por qué no hay rubicundas querubas.

Yo es que soy de chochitos, o sea.

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