Vídeo enviado por Juan Mal-herido

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Charla de Ignacio Escolar: comenzamos la segunda jornada.



EL DÍA EN QUE ANAÏS NIN VATICINÓ EL FUTURO DE LA LITERATURA

-¿Anaïs? ¿Todo bien?
No responde. Mantiene la mirada perdida como si escrutase los pétalos del bouquet de anémonas que ayer por la tarde le regaló monsieur Lapin. Pero aunque la mirada se dirija al jarrón de cristal tornasolado, su vista no alcanza a distinguir las flores.
-¿Qué ocurre? Es tarde, ¿por qué no regresas a la cama?
-He tenido una pesadilla -responde Anaïs Nin llevándose a los labios la taza de loza japonesa. Breve sorbo de café tibio.
-¿Otra vez tu padre, tu sobre sus piernas y el piano de fondo?
(Henry Miller, que en sus libros solo escribía cochinadas, en verdad era un calzonazos con las mujeres.)
-No, mi padre no aparecía. Ha sido un sueño horrible.
-Pero ya pasó, puedes descansar.
-No, no puedo, no sé si podré conciliar el sueño jamás. No era mi padre ni yo ni nuestra canción favorita ni mis zapatillas de ballet manchadas de barro. Era la lengua de mi padre, sí.
-¿A qué te refieres?
Anaïs se levanta de la silla de mimbre, deja en reposo la taza y se gira hacia Henry Miller, que permanece de pie con cara somnolienta y en pijama.
-La lengua de mi padre, el español. Esta noche he visto cómo será la literatura del siglo XXI en esa lengua espantosa. La he visto y la he previsto.
-¿En serio?
-Sí. Y solo te puedo decir que es horrible. No hay seres humanos. Los personajes no parecen de este mundo pero tampoco son animales. Horrible, horrible. He visto cosas que jamás hubiera pensado que fueran posibles, aberrantes, incomprensibles, he leído a un argentino confesar en el año 2007 haber llorado viendo por la televisión -no me preguntes qué es esto- el asalto del palacio del gobernador latinoamericano, he leído los textos sucios de un varón que ahora es hembra y menstrua cada día tinta roja, he visto a un tal Vargas Llosa recibir un premio de literatura que concede un fabricante de explosivos y ha dicho: "Este premio es pura dinamita"; he podido leer varias reseñas de varios suplementos culturales y nada, nada de lo que ahí he visto, nada me ha gustado y todo es desagradable y mezquino.
-¿Y los jóvenes? ¿Qué hacen los jóvenes?
-Mucho peor. Se autodenominan jóvenes pero tienen más de treinta años y aún no se han casado o han formado una familia. Actúan en los museos y algunos se creen cantantes... Lo llaman algo así como ¿performance? No lo recuerdo. Y utilizan sus libros como archivos en donde recogen lo que los otros han escrito sobre sus obras. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que solo se citan entre sí. Se recomiendan constante y públicamente. Se tiran dardos envenenados y los lllaman "comentarios constructivos". No sé por qué. Han desarrollado una tecnología extraña: la página tiene relieve, la página puede ser acariciada, la página, si la pulsas en el punto adecuado, te lleva a otra página. Viajas. Pero no a una página del mismo libro, no, sino a otra página de otro libro que no está o que no estaba aún, no lo entiendo, son libros sin volumen, ligeros, finos, planos. Y están todos a la vez, al mismo tiempo y en el mismo espacio. Están disponibles en acto. El texto se  ha vuelto táctil. Y todo puede ser reparado. Me recuerdan a las antiguas tablillas enceradas, en donde los niños romanos realizaban sus ejercicios escolares: nada permanece y todo es banal. Es el fin de la literatura tal y como la conocemos.
-¿Borran lo escrito?
-No, no es necesario. Vuelve a escribir encima y el texto, sin más, desaparece. No, no desaparece, se oculta debajo, "se atrasa" por decirlo de alguna manera. Un nuevo texto más actual sustituye al anterior y como, al parecer, esos hombres que escriben y leen abominan del arte de la memoria, olvidan el texto que le precede. Creen en la conexión, dicen estar conectados, pero han dejado de maravillarse cuando perciben una relación motivada, cuando dos opuestos se unen por casualidad y misteriosamente.
Al pronunciar la última palabra, Anaïs Nin se gira y se asoma por la ventanilla de la gabarra, y no consigue vislumbrar los puentes ni los viaductos ni si quiera el agua tenebrosa que arrastra el Sena por la noche y que, sin embargo, siente trémula bajo sus pies desnudos.
-¿Y de mí? ¿Qué puedes decir? ¿Seré un escritor famoso?
-No te lo creerás, yo ya no soy incrédula, ya lo he visto todo después de esto, pero se filmarán películas sobre tu vida basadas en mis escritos.
-...
-Bueno, sobre ti y June. Lo siento.
Aquel día Anaïs Nin se levantó temprano luego de dar vueltas en la cama durante varias horas sin que ello despertara a Henry, se vistió con la misma ropa del día anterior, que aún descansaba sobre el baúl que le regaló su madre y sin probar bocado salió a la calle en dirección al banco. Entró, saludó a la secretaria, enseñó la autorización firmada por su marido y solicitó al banquero que se le concediera un número de registro y un buzón donde guardaría en adelante cada uno de los seis volúmenes que completan sus Diarios.


Bel of Bradford / Glory Holes
(Antoni Rojas)



CHARLIE LE MINDU

Charlie Le Mindu ha entrado en el encuentro interestelar de la mano del colectivo Konbini.

Peluquero, diseñador, y obra en si misma, está representado por la agencia Soho Management, y entre sus clientas se encuentran desde Lady Gaga a Florence (and The Machine).








César Segarra

Increpar


Soseki me mandó un sms ayer de tarde. "Estoy perdido, capulla, qué narices hacemos aquí". Yo le dije "poesía". Y luego lo borré, claro. Luego le dije "bulto". Y ahí se alarmó.
Esto está muy bien. Tan bien que no sé qué podremos contar el gato y yo siendo los últimos en intervenir. Está muy bien escuchar a los autores de blogs con los que una ha crecido. Está muy bien escuchar a quien alimentan blogs que alimentan las ganas, el gusto, las ganas.


Está muy bien, pero el gato me manda ahora, esta tarde, otro sms. Me dice: "Esto te lo comes tú sola".
Parece la penúltima escena de un maldito western.
Increparemos, no vaya a ser...